Anoche, como últimamente me cuesta un poco dormirme, estaba escuchando un nuevo y nocturno descubrimiento radiofónico: "La parroquia del Monaguillo". Está bastante bien hecho, con un experimentado Sergio Fernández "el Monaguillo" a los mandos y unos colaboradores frescos y dinámicos. Pero quiero centrarme en algo en particular que ocurrió anoche. En el programa piden que llamen los oyentes para contar sus experiencias en diversos temas o situaciones que les proponen (lo que viene siendo "lo que opina el personal" como dijo aquél). Pues bien, propusieron, entre otros, el siguiente tema: "Cuéntanos cuándo y en qué circunstancias te han metido una clavada en la cuenta del restaurante". A primera vista no parece algo llamativamente gracioso o apto para mantenerle a uno con la oreja puesta desde debajo de su nórdico, pero la primera llamada se tradujo en esto que ahora convierto en diálogo con notas al pie.
- Buenas noches, Manué, cuéntanos.
- Buenas noche, Monaguillo.
(...) Aquí se ponen a disertar durante varios minutos sobre la profesión de camionero del tal Manué y lo supuestamente Casanova-Don Juán-Gigoló con que se destapa ser el susodicho.
- Bueno, Manué, háblanos de tu clavada.
- Pues a mi me clavaron en un xiringuito en Málaga, por una de jamón, un poco gambas y una botellita de esas de fino, 80 euros.
- Madre mía, que barbaridad.
- Y eso que el jamón no era na del otro mundo, y las gambas estaban revenías.
- Ya que lo siento, Manué.
- Debe ser que como me vieron bien vestío... porque yo iba elegante ese día, ¿sabe? Iba yo con mis anillos de oro, unas cadenas, mis medallitas...
- Ah coño, Manué, entonces si que ibas elegante.
- Si, incluso llevaba mi cristo de siete centímetros al cuello.
- Ah, que también llevabas el crucifijo. Entonces es normal que te tomaran por alguien con poderío.
- Pos debe ser eso, Monaguillo.
- Bueno, Manué, gracias por llamar y dúchate que sale económico. (frase de despedida del presentador).
- Monaguillo, ¿puedo saludar a la Gema? (ignoro si es su novia, una colaboradora del programa o una amiga de la carretera)
- Si, claro.
- ¡Gema, si fueses un bollycao te comía hasta el cromo!
- Hala, dúchate que sale económico, Manué.
Es genial. Decididamente genial. Ya no es el conjunto de la conversación, sino los pequeños detalles que alcanzan un nivel soberbio. Son subrayables sus expresiones sobre la elegancia masculina, con un toque clásico ibérico, mezclados con pequeños guiños a la cultura proveniente de la Europa del este. Por otro lado, es una pena que los versos inmaculados sobre las andanzas amorosas del Manué no permanezcan en mi memoria como para exponerlos en público, pero su composición final para con Gema, esa Oda al buen gusto y al amor incondicional, es una buena muestra de la profundidad de este rompecorazones incomprendido por su alrededor social.
Nada más, me voy a duchar que sale económico.
La Prospe, Febrero del 9